Oración al Santísimo Sacramento del Altar
Tan grande la grandeza de lo que
es el Sacramento de la
Eucaristía que siempre es difícil encontrar una definición
adecuada, a pesar de todo Nuestra Madre la Iglesia nos da la mejor para expresar esa
maravillosa realidad contenida en nuestros Sagrarios: la hostia representada el
mismo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. Dice el
Derecho Canónico “El Sacramento más augusto, en el que se contiene, se ofrece y
se recibe al mismo Cristo Nuestro Señor, es la Santísima Eucaristía ,
por la que la Iglesia
vive y crece continuamente. El Sacrificio Eucarístico, memorial de la muerte y
resurrección del Señor, en el cual se perpetúa a lo largo de los siglos el
Sacrifico de la cruz, es el cúlmen y la fuente de todo el culto y de toda la
vida cristiana, por el que se significa y realiza la unidad del pueblo de Dios
y se lleva a término la edificación del cuerpo de Cristo. Así, pues, los demás
sacramentos y todas las obras eclesiásticas de apostolado se unen estrechamente
a la santísima Eucaristía y a ella se ordenan”. La Iglesia con todo su poder
y autoridad afirma algo que la
Tradición y el Magisterio de la Iglesia siempre han
enseñado, así como toda la vida multisecular de los cristianos han vivido: que la Eucaristía es el
Sacramento más augusto ya que en él se contiene, se ofrece y se recibe al mismo
Cristo Nuestro Señor. La
Iglesia vive gracias a la Eucaristía , sin la Eucaristía podríamos
decir que la Iglesia
no tendría razón de ser. A la hora de hablar de la Eucaristía distinguimos
entre la celebración: la
Santa Misa que es el mismo Sacrificio del Calvario, pero sin
derramamiento de Sangre. Cada vez que se celebra la Santa Misa se vuelve a
repetir y a renovar el Sacrificio del Calvario, por eso la Santa Misa tiene un
valor infinito. Si pudiéramos “entender” algo de esta gran realidad nos
quedaríamos verdaderamente impresionados, al sacerdote cuando celebrar le
“temblarían las piernas” (como ha sucedido en la vida del algunos santos). En la Santa Misa se
confecciona el Cuerpo, la
Sangre , el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. La segunda
distinción está en la
Presencia del Señor en las especies del pan y del vino, pan y
vino “fruto de la tierra, de la vid y del trabajo del hombre” que se presenta
en el ofertorio de la Santa
Misa y que en la consagración por las palabras del sacerdote
se convierten en el mismo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor
Jesucristo; siendo alimento del alma, necesario para vivir en gracia y para la
salvación. Después de la
Santa Misa queda en nuestros Sagrarios para la adoración, la
alabanza, la petición, así se cumplen las palabras del Señor: “Y sabed que Yo
estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. No encuentro
palabras para dar gracias al Señor por esta admirable presencia, por este gran
regalo que el Señor nos hizo y que es tan ignorado por los hombres. La Eucaristía , como nos
dice la Iglesia ,
es el cúlmen y la fuente de todo el culto y de toda la vida cristiana, todo en la Iglesia tiene que tener su
fuente y su fin en el Sacramento Admirable. La Eucaristía realiza la
unidad del pueblo de Dios. Todos los católicos de la tierra estamos
estrechamente unidos en la
Comunión , en el Cuerpo de Cristo que recibimos cada día. Es
algo maravilloso el saber que estamos perfectamente unidos (porque la Eucaristía ) es lo que
más nos une, tanto al Papa, como al último y más humilde sacerdote de la Iglesia ; al monje
Benedictino más fervoroso, como al laico más comprometido; al joven deportista
como al anciano enfermo… Sería muy bueno que se potenciara otra vez la Adoración al Santísimo
Sacramento en el Sagrario y también en la Custodia solemnemente Expuesto. Todos hemos
comprobado en la historia de la
Iglesia el bien que la Adoración pública a la Eucaristía ha hecho.
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